El tiempo se nos ha volteado, estirado, diluido y… ya estamos en el noveno mes del año. Septiembre, mes tibio, cercano ya a la época favorita del año de muchos, resulta ser también un mes con uno que otro dato musical relevante en su primera semana, pero todos ocurrieron en épocas distintas, con protagonistas diferentes, que de algún modo – gracias al calendario–: se encontraron.
Fue el 5 de septiembre de 1946 el día en que comenzó la vida de Farrokh Bulsara, en la isla africana Zanzíbar. Sí, el mundo jamás conoció a Farrokh, pero seguramente hasta en el poblado más recóndito, su voz irremplazable, es reconocida al instante: Freddie Mercury, como se hizo llamar 25 años más tarde.
Freddie pasó su infancia en la India y se dice, que tomó clases de piano desde los 7 años –ahora todo tiene sentido–. No fue hasta 1964, cuando la familia se mudó a Middlesex, Inglaterra, donde estudió diseño gráfico y gracias –muchas– al ¿destino? Se encontró con Roger Taylor y Brian May, fundadores de una banda llamada “Smile”; en cuanto Mercury se les unió, mutaron de nombre por ¿hay que decirlo?
En 1973, “Queen” –su disco debut–, fue lanzado por EMI y Elektra records, colocándolos como una de las bandas novedosas en el rock británico; pero fue definitivamente su enigmático “A night at the opera” el Album que los hizo llegar lejos, esto, en 1975.
Todos conocemos el alcance de Queen, y uno de los factores más importantes para que se convirtieran en una leyenda fue definitivamente el alcance vocal de Mercury, pero, ¿que será ese no se qué, que hace de Freddie uno de los vocalistas más prodigiosos de la historia? bueno, pues la ciencia –gracias al biofísico austriaco Christian Herbst–, puede explicarlo. Al aislar su voz, descubrieron que corresponde a un barítono, es decir, un tono más grave del que se creía –se le asociaba con tenor–. Además, Herbst pudo analizar 240 notas sostenidas, ¡240 NOTAS!. Bueno, 240 notas y ¿que más podría poseer el líder de Queen? Pues nada más y nada menos que su vibrato sorprendente, irregular y único: Freddie poseía una oscilación en la voz de 7 Hz. Lo usual es que un vibrato esté entre los 5,4 Hz y los 6,9 Hz. El tenor Luciano Pavarotti, por ejemplo, tenía un vibrato de 5,7 Hz.
El mundo entero fue participe de esa voz irregular –pero magistralmente controlada– por ahí de 1979, cuando encabezaron listas fuera de Reino Unido con Crazy Little Thing Called Love, más específicamente en Europa y USA. Lo demás ya es historia bien contada. En 1985 en medio de su máximo esplendor, nos regalaron la impresionante presentación en el Live Aid –sí, la de la película–, pero fue en ese mismo año donde Freddie decidió trabajar en solitario por vez primera, lanzando Mr. Bad Guy; dos años más tarde alcanzó uno de sus momentos importantes como solista con su versión de la canción The Great Pretender (El Gran Simulador) de The Platters. Mientras Mercury experimentaba su carrera fuera de Queen, del otro lado del mundo también estaba sucediendo algo importante, muy importante para la historia de la música.
El 7 de septiembre de 1987 en USA, el rey del pop lanzó “Bad” su segundo sencillo del álbum con el mismo nombre. Cabe mencionar que Michael y Freddie se conocieron unos años antes de ese lanzamiento, incluso grabaron juntos algunas canciones ¿raro eh?