Y en un top diez que rebosa de Hip Hop culture, la ausencia de nombres icónicos como Drake, Kendrick Lamar, J Cole, Rihanna o el mismo Kanye West, significa algo: son tiempos de cambio.
Las tendencias son cíclicas y llegan a su respectiva cita cada 20 años. La música no es inmune a esto y como si viviéramos en el año 2000, las armys viven su amor por BTS con la misma pasión que las chicas que seguían a los Backstreet Boys en su momento, sólo por citar una referencia.
Los intereses de los artistas también se repiten con cierta periodicidad. Desde la forma de producir hasta los temas recurrentes en las canciones, cada género establece patrones según el contexto social, creativo y de la industria que se les presente.
Por lo anterior, es pertinente revisitar esas diez canciones que conforman el Top 10 de Billboard del que hemos hablado y establecer la conexión -así como sus diferencias- con sus predecesoras dentro del Hip Hop ante algo que parece inminente: El cambio generacional y con ello, el fin de una era.
Los géneros que se hicieron fuertes en las calles necesitan ser revitalizados constantemente para mantener su identidad revolucionaria y su efecto disruptivo. Bajo esa premisa, su relación con la juventud es –y debe ser- íntima, casi siamesa. De acuerdo a su construcción histórica, la cultura del Hip Hop y la música que la envuelve ha tenido tres tópicos recurrentes: la lucha racial, la crónica de la vida como parte de la comunidad afroamericana y latina; y el despilfarro. Según ese tren de pensamiento, parecen acorde uno del otro; sin embargo, no siempre se expresan de manera simultánea.
Si bien la época seminal de Grandmaster Flash conjugaba el espíritu del baile, la improvisación de los MC’s y el frente que zonas como la del Harlem y el Bronx simbolizaban para el status quo estadounidense, la generación que le sucedió, esa que vivió el surgimiento de una clase media cimentada por gente de color, estaba más apurada por demostrar que las personas afroamericanas también podían incursionar en la vida académica y laboral sin traicionar el arraigo con el hood.
Como bien lo interpretó Matty Rich en su película de 1991 ‘’Straight Out Of Brooklyn’’: sus personajes leían los poemas de Maya Maglou mientras escuchaban a RUN DMC y vestían sus varsity jackets FUBU customizadas con textil de Ralph Lauren.